Está de moda ahora por la red social Facebook, hacer una
cadena colgando en la página de cada uno, una foto de cuando era pequeños. Estas
publicaciones muestran nuestra infancia más tierna, cuando vivíamos al margen
del paro(al menos de manera directa), exámenes de universidad o desamores varios.
Nuestra única preocupación era jugar lo máximo posible con los amiguitos del
cole y hacer muy feliz a nuestra maestra. Es curioso el cambio físico que han
dado algunos usuarios o de las similitudes con sus hijos o parientes más cercanos.
Pero ahora que uno está en frente de esas fotos, me gustaría
que mirarais a los ojos a ese pequeño e hicierais un balance de lo que ha
supuesto esa travesía hasta ahora.
Estoy seguro que más de uno, ahí empezó a cavilar su futuro
con la frase “de mayor quiero ser…”. A creer que ninguna mujer sería más
importante que nuestra madre, o ningún hombre sería más hermoso que nuestro
padre. A pensar que no es más poderoso el más temido del patio o de la calle,
sino el que tiene la mentalidad tan abierta como para jugar con todos los
compañeros del recreo. Creo firmemente que alguno aún no ha aprendido que
llorando no se consiguen las cosas, sino poniéndole empeño e insistencia al
igual que muchos han aprendido que no tomando una actitud ofensiva y hostil
hacia los que nos hacen alguna jugarreta, es la mejor opción. Quizás para algunos,
no seamos aquel pequeñ@ que está en esa foto porque nuestro carácter, nuestras
ganas o nuestros sueños, se han cambiado o truncado por culpa de las
vicisitudes del momento que atravesamos según ha avanzado el tiempo.
Si nos fijamos, la vida ha cambiado desde aquel momento
hasta ahora….pero aún no es tarde para recuperar la ilusión, las aspiraciones y
la sonrisa, que lucíamos en esas fotos.